miércoles, 8 de abril de 2009

CEDER EL PASO


Las prisas de la vida diaria, y porque no decirlo, la mala educación que muchos de nosotros tenemos, nos lleva a realizar acciones poco educadas. Quien no se ha encontrado, literalmente, con la puerta en las narices, cuando la persona que va delante la "suelta" sin mirar si alguien viene detrás, o que pasa delante de nosotros a empujones.Ceder el paso o sujetar una puerta, es una regla de cortesía que ha caído bastante en el olvido, por alguna de las razones que hemos expuesto anteriormente. Debemos tener un poco de cuidado y fijarnos para tratar de corregir esta manera de actuar tan poco educada.La regla básica de cortesía, es muy similar a la de las presentaciones. Un señor siempre debe ceder el paso a la mujer. Un chico joven, debe ceder el paso a una persona mayor (independientemente del sexo); y lo mismo a la hora de "sujetar" una puerta para que pase alguien.Cuando entramos en un vehículo, si el sitio a ocupar es el del lado de la puerta, se deja pasar a la mujer. Si el sitio no es ese, primero pasa el caballero, que se desliza por el asiento hasta ocupar su sitio, y luego pasa la mujer.Hay otras situaciones, que actualmente no "se llevan" como pasar primero el hombre en un ascensor, para comprobar que es seguro, o entrar primero en un restaurante o cafetería, porque era el hombre el que ordenaba la mesa en la que se sentaban.Hay ocasiones en la que no ceder el paso puede estar "medianamente" justificado, como puede ser en ciertos transportes públicos, como el metro o el autobús, donde si dejáramos pasar a todas las señoras, podría ocurrir que no subiéramos nunca. Tampoco se cede el paso, salvo honrosas excepciones, en las colas para acceder a un recinto o espectáculo.
En las puertas de vaivén, se suele pasar primero y sujetar la puerta para la persona que viene detrás (con estas puertas es muy fácil darle "en las narices" a la persona que viene detrás sino tenemos cuidado).Cuando tenemos que subir las escaleras, hemos encontrado dos "posturas": los que argumentan que debe ir delante, para no ver a la mujer las piernas o algo más; y los que argumentan que debe ir detrás, pues en caso de tropiezo de la mujer, el hombre puede estar ahí para que no ruede escaleras abajo. En el caso de tener que bajar unas escaleras, el hombre siempre va delante, para ayudar en cualquier traspié que pueda dar la mujer. Normalmente, si la escalera lo permite (por su anchura) se suele subir en paralelo tanto los hombres como las mujeres.En el caso de que la escalera sea muy estrecha, cuando se encuentran dos o más personas subiendo y bajando, lo más correcto es parar el que sube y ceder el paso al que baja, siempre que sea posible.Otra norma, en la que no influye el sexo, es que se debe dejar salir de un sitio antes de entrar.
Es decir, teóricamente, tiene preferencia la persona que sale sobre la que entra. Y en el caso de algún tipo de discapacidad o minusvalía (sillas de ruedas, pierna enyesada, etc.) siempre se debe tener un detalle de preferencia con estas personas.
Ceder un asiento, no es una cuestión de moda sino un gesto de cortesía hacia otra persona. Cualquier libro de urbanidad, buenas maneras o manual de contenido similar tiene, entre sus múltiples reglas, una muy clara: ceder el asiento a las personas mayores, mujeres y personas con dificultades o alguna discapacidad.
Pero, ¿que ocurre realmente a diario?. La vida acelerada de las grandes ciudades, las prisas, las aglomeraciones, etc. han dado lugar al olvido de muchos buenos gestos para con los demás. Y entre ellos está el de ceder un asiento.
Es muy triste ver a un jovencito o jovencita, sentado en el autobús o en el metro, entre otros lugares, mientras una señora mayor, una mujer embarazada o bien un señor mayor con grandes dificultades para caminar permanece de pié.
¿Han cambiado los tiempos?. Sí, claro que han cambiado. Pero las personas siguen siendo las mismas, y no deben perder las buenas costumbres. ¿Qué le parecería a uno de estos jóvenes que fuera su madre con un bebé en sus brazos, su abuela o abuelo, el que permaneciera de pié en un transporte público mientras un jovencito está cómodamente sentado?. No hay excusas. Aislarse poniéndose unos auriculares para ignorar lo que ocurre a su alrededor no es una excusa. Vivimos en el mundo real y como tal hay que saber convivir con los demás. No se puede mirar a otro lado para ignorar estas situaciones.
En muchas ocasiones debe uno ponerse en la piel de los demás para tratar de comprender lo que puede sentir. Y, si Dios quiere, todos llegarán a ser personas mayores o con algún tipo de problema de movilidad, y tendrán las mismas necesidades que hoy tienen las personas a las que ignoran.
Un gesto de cortesía, es un gesto de generosidad; no cuesta nada y hace que la convivencia sea más grata, cordial y agradable. Desde luego, no se puede obligar a nadie a tener este tipo de gestos, pero la educación debería enseñar a tenerlos de forma espontánea. Una campaña publicitaria, de hace muchos años, resumía en una frase todo lo expresado en este artículo, y válido, para otras muchas ocasiones: "Hoy por tí ... y mañana por mi".



DINÁMICA
“LA COLITA DE RATÓN”
La dinámica que hemos preparado consiste en:
  • De todos los grupos expositores sacar dos representantes, quienes participarán en el juego. El cual es colgarse un lápiz de una cuerda que va sujetada a la cintura y que queda colgando en la parte trasera, el lápiz debe introducirse en una botella en un tiempo límite que se acordará con el público.
  • Los participantes que no logren introducir el lápiz se van eliminando sucesivamente, el grupo ganador obtendrá un premio y el grupo perdedor deberá realizar una manera de ceder el paso junto a su grupo.

Por:

Lucy León, Adriana Torres, Irina Gónzalez, Vanesa Niño, Diana Ariza, Ingrid Higuera.






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